El Otro
En los cuentos infantiles, la madrastra, la bruja, o el malvado lobo feroz, son personajes esenciales que nunca pueden faltar, porque aunque los cuentos siempre terminan con un final feliz en donde todos "vivieron felices por siempre", sin estos personajes "malos" no habría trama, sin ellos no habría cuento alguno que contar. Y Felipelandia no puede ser la excepción. Porque aunque Felipelandia tiene un príncipe gobernante, el príncipe Felipe, versado en la obra "El Príncipe" de Maquiavelo, hay otro personaje que reclama su derecho al trono, que se dice despojado, quien se presenta a sí mismo como el gobernante legítimo denunciando al príncipe Felipe como un usurpador.
Sin embargo, este no es un cuento como cualquier otro. Mientras que en los cuentos de hadas los "malos" reciben la importancia que se merecen y tienen una participación activa en el desarrollo de la historia, en Felipelandia el malo -según la versión "oficial"- del cuento es relegado de la trama, como si no existiera. Ese otro que reclama su derecho al trono es despreciado por los miembros de la Corte por el solo hecho de que no es de sangre azul, propia de la nobleza que se desenvuelve entre la fastuosidad y el lujo desmedido. Ese otro es tenido por la nobleza que rodea al príncipe Felipe como un populachero, al cual temen porque está en contra del boato y del dispendio ostentoso del que hacen gala todos los que forman parte del séquito al cual el príncipe Felipe les debe lo que es.
Aunque en las crónicas del reino la presencia de el otro es inexistente, como si hubiese una consigna secreta por decreto real para ignorarlo por completo, para borrarlo de la realidad oficial inventada por los cronistas del reino, el "malo" se las ha arreglado para hacer llegar diariamente su mensaje al pueblo a través de un artefacto maravilloso creado por los hechiceros del orbe, un artefacto que burla exitosamente todos los intentos de censura, un artefacto que se llama Internet. Y de acuerdo con lo que sale publicado en dicho artefacto, el otro no es tan malo como lo pintan la propaganda oficial y semi-oficial. De hecho, ni siquiera es "malo" según sus seguidores que se cuentan por millares. Las imágenes, las palabras y la voz del otro aparecen a través de ese aparato de hechicería llamado Internet cuando se les invoca con el siguiente conjuro:
http://www.lopezobrador.org.mx
La Corte del príncipe Felipe está llena de intrigantes. Como una "madrina" que no es ninguna hada, la cual más por su maldad interior que por su fealdad exterior es conocida por muchos como "la novia de Chucky" o "la bruja Elba", una mujer que a muchos les cae gordilla. De ella deriva un poder enorme, maligno, que hace que muchos le teman, y pese a ello, o más bien precisamente por ello, goza del favoritismo desmedido que le otorga el príncipe Felipe. Él la apoya en todo a ella, y ella lo apoya en todo a él. Tal para cual, dirían en voz baja los corrillos de la Corte.
Otro de los allegados cercanos al príncipe Felipe es el Consejero Espino, un hombre que viaja por doquier acompañado de un Yunque del que nunca se separa y del cual jamás le dá explicaciones a nadie, un hombre del que lo menos que se dice es que al amparo de la noche obscura ha forjado pactos secretos con fuerzas tan terribles y tan malignas que tales fuerzas muy bien pudieran haber sido el mismo demonio. Y por ello tal vez es uno de los hombres con mayor poder político del reino, a la par con el príncipe Felipe, mayor aún que el de la bruja Esther.
Pero si el príncipe Felipe se ha rodeado a sí mismo de esta clase de gente, entonces posiblemente no sea tan "bueno" como debería serlo el príncipe del cuento, al igual que el "malo", el otro, no parece ser tan malo. De hecho, los papeles parecen estar invertidos. Pero como ya se dijo, este no es un cuento como cualquier otro, es un cuento que desafía los cánones establecidos e inclusive desafía a la misma lógica, como el relato de aquél puñado de aventureros españoles movidos por su ambición al oro que pese a su vasta inferioridad numérica lograron acabar con uno de los imperios indígenas más poderosos que hayan existido en el continente americano.
Teniendo tanto poder como el que presumen tener el príncipe Felipe y sus asociados, cualquiera diría que bastaría con una orden real para decapitar al otro y deshacerse de una vez por todas y para siempre de eso que a veces consideran como un estorbo intolerable. Pero la cosa no es tan fácil como parece. Hay hambre en el pueblo, la cual comenzó a las pocas semanas de haber ascendido el príncipe Felipe al trono después de haber levantado tantas expectativas de bienestar entre la población que hasta él mismo terminó creyendo por un momento en sus propios cuentos olvidándose de que él también forma parte de otro cuento. Un crimen de Estado podría detonar un descontento popular mayúsculo en el reino, llevando a muchos súbitos a sublevarse. Ni el príncipe Felipe ni su Corte desean acabar como terminó el Rey Luis XVI de Francia junto con su consorte, como tampoco desean ver terminados sus enormes privilegios, los privilegios que dá el poder. Además, las imágenes del príncipe Saddam de Irak colgando de la horca están frescas en las mentes de todos.
Al príncipe Felipe le gusta viajar, al igual que a su predecesor quien a su vez hizo pataleta como niño malcriado en las únicas dos ocasiones en seis largos años en las cuales los parlamentarios del reino no le autorizaron viajar fuera del país. Es muy paseador, sobre todo si los gastos corren por cuenta de las arcas públicas, y aunque ascendió al trono por artes chuecas tras lo cual decretó una modesta austeridad con el fin de "limpiar" su imagen pública, esa austeridad no toca un solo centavo del presupuesto asignado a sus paseos por el extranjero. Y aunque tuvo un tropezón en su primer gran viaje oficial por Nicaragua, ya prepara una costosa gira por Europa acompañado de su séquito de más cercanos aduladores -que diga, colaboradores- para dar a conocer su "grandeza" y afianzar un poco más su dudosa "legitimidad", una gran gira para llegar hasta Davos, Suiza, con el fin de exponer ahí las "bondades" del globalizador neoliberalismo que está haciendo pasar hambres a muchos súbditos de Felipelandia. ¡Ah, Europa! Tierra de castillos, de vinos finos, de hermosas obras de arte, de grandes músicos, y cuna de cuentos de hadas como el que cree estar viviendo el príncipe Felipe a expensas de sus súbditos. Estos son los pequeños privilegios de llegar al poder, así sea por vías torcidas con el auxilio de conspiradores tales como el Consejero Espino y la odiadísima bruja Elba Esther. Y aunque algunos ancianos Caballeros de la Orden Azul ya le han advertido al príncipe Felipe de que estas son figuras de lealtades dudosas cargadas de dobles intenciones, el príncipe Felipe parece disfrutar de la cercanía de estas malas compañías, quizá porque en el fondo no es tan diferente a ellos.
El príncipe Felipe y su Corte comen ricas viandas como jamón virginia ahumado sazonado con azúcar morena así como con los más deliciosos condimentos traídos desde la India, entremeses y canapés aderezados con queso Fondue y caviar Beluga, bacalao noruego, paté de foie gras, cordero al pastor aderezado con enormes cerezas rojas y trocitos de piña hawaiana, así como dátiles cubiertos con miel de abeja, baklavás, trufas de chocolate, acompañado todo con un buen vino de champaña Dom Pérignon reserva 1998 para facilitar la digestión de tan suculentos y refinados platillos, mientras que el otro así como los hambrientos que lo siguen se deben conformar con esos insípidos discos planos de maíz molido calentados sin levadura así como un poco de leche en polvo si es que les alcanza el poco dinero que ganen para ello, ya que en este reino loco mientras unos cuantos comen bien para gozar y viven bien para comer, muchos otros se deben conformar simplemente con comer lo que haya a la mano para no tener que morir.
Con tan opíparas viandas, rodeado de lacayos aduladores rindiéndole pleitesía a todas horas del día en medio de tantos lujos palaciegos, ¡no en vano el príncipe Felipe se dijo que estaba "muy contento, muy satisfecho" a los 45 días de haber ascendido al trono! ¡Lástima que tanta abundancia y bienestar no alcance a los niños de la calle que desde lejos apenas alcanzan a escuchar la música alegre disfrutada por los selectos invitados al pequeño y bien custodiado castillo en donde el derroche generoso de recursos del erario público ha sido tradicional desde tiempos inmemoriales, en donde tanta fastuosidad perenne se ha encargado de llevar a los moradores casuales de ese islote de excesos sin límite hasta los linderos de la locura, una locura que ha hecho creer a cada uno de los príncipes que precedieron al príncipe Felipe que ha sido el mejor gobernante que ha tenido el reino! Como ocurrió con su predecesor inmediato. O como ocurrió con aquél hidalgo de rancio abolengo que llegó a creerse el divinal Quetzalcóatl, la serpiente emplumada (tomando el papel directamente de un libro que escribió él mismo en 1965 cuando gozaba de mejor salud mental), al extremo de rebautizar con ese nombre el avión en el que se trasladaba por todo el reino y fuera del reino, aunque a final de cuentas terminó su reinado lanzando ladridos de perro desde el esplendor de aquella famosa colina que fué el refugio de su frivolidad y su locura. Y aunque el príncipe Felipe se ha repetido a sí mismo que no caerá en las mismas extravagancias que condujeron a los moradores de esa mansión principesca hasta la pérdida del sano juicio, los médicos de la Corte ya empezaron a verle en sus ojitos esa extraña mirada que indica que algo ya no marcha tan bien como debería en el pequeño cerebro del príncipe, aunque no habrá quien se atreva a decírselo en cara, aunque sus declaraciones alegres y fantasiosas formuladas el 16 de enero del 2007 afirmando que el reino puede ser la quinta potencia mundial para mediados del siglo contrastan duramente con la realidad actual del reino en la cual los moradores se conformarían con el simple hecho de que la brutal escalada de precios se pudiera detener con algo más que principesca demagogia, una escalada de precios que seguramente ha entristecido las miradas de los moradores más pobres del reino, una escalada inflacionaria de precios que puede ser el preludio para otra devaluación de la moneda. Sí, una devaluación, lo mismo de lo cual se acusaba al otro como un peligro para el reino. De cualquier forma, aunque el otro no gobierna "oficialmente" ni puede hacer algo para modificar aunque sea un poco las depredadoras políticas neoliberales del reino causantes de tanto estrago, ya habrá forma de echarle de todos modos la culpa de lo malo que está sucediendo en el reino. Porque todo lo bueno que ocurra en el reino necesariamente es un mérito del príncipe, mientras que todo lo malo debe ser culpa de otros o simplemente del otro. ¡Porque así ha sido siempre y así debe ser! Y para fabricar esa realidad alterna el príncipe Felipe cuenta a su disposición con un "ejército" conformado por los mejores escribanos y propagandistas que el dinero pueda comprar. El dinero del pueblo, esto es.
El contraste entre clases sociales dispares no molesta ni preocupa al príncipe Felipe ni a su Corte. Lo único que sí les molesta es ese recordatorio constante del pasado reciente que anda viajando por el reino y que se hace llamar a sí mismo el gobernante legítimo, al cual muchos desposeídos le ven ya cierto parecido en sus ideales con los de aquél famoso truhán llamado Robin Hood, aquél que le quitaba a los ricos para dárselo a los pobres. Un parecido que para el príncipe Felipe y su Corte resulta insultante, máxime que el príncipe Felipe, portavoz de un ya no tan nuevo neoliberalismo económico, empieza a ser clasificado por una cantidad cada vez mayor de súbditos como el practicante de un Robinhoodismo en reversa, esto es, quitarle a los pobres para dárselo a los ricos. Y esto sí cala duro. A quien posiblemente no le cale tanto, ni siquiera un poco, es al Consejero Espino, quien tiene puestas sus miras en un proyecto mucho más ambicioso que el reinado del príncipe Felipe, ya que él tiene como objetivo no un reino, sino un Imperio que se extienda a lo largo y ancho del continente, un Imperio militarizado hasta los dientes con legiones de seguidores levantando su brazo derecho extendido cantando himnos "nacionalistas" (bajo la óptica muy peculiar de lo que el siniestro Consejero Espino entiende por "nacionalismo"), con brazaletes rojos en dichos brazos y marchando al unísono portando estandartes coronados con águilas, y quizá con un pequeño prendedor en forma de yunque adherido a la solapa de sus camisas de color café. Para el Consejero Espino, el príncipe Felipe es sólo un personaje temporal, algo que en cuestión de unos seis años quedará fuera del escenario, mientras que aquello en lo que está metido el Consejero Espino es algo que en su mente deberá de ser grandioso con una duración de mil años. Pero el príncipe Felipe, en su soberbia ególatra, es tan miope que no se dá cuenta de que está siendo utilizado por su Consejero Espino para la creación de ese Imperio que tiene en mente, para ese proyecto detrás del cual están agrupados otros tan intrigantes y malvados como el mismo Consejero Espino pero que nunca dan la cara y se reúnen en la secrecía con el fin de evitar ser descubiertos.
Cuando tiene tiempo, en uno de sus raros días típicos de descanso el príncipe Felipe echa de vez en cuando un vistazo a "eso" que tiene el otro colocado en ese artefacto llamado Internet. Al aparecer la página:
vé en el encabezado algo que le causa mucho coraje porque sabe que está siendo visto no sólo por los muchos súbditos del reino, sino inclusive por muchos pobladores del mundo entero. Algo que dice: "Gobierno Legítimo". En el lado izquierdo hay una columna titulada Sala de Prensa que consta de varias secciones. La de mero arriba es un "Comunicado" que dice: "Respaldará AMLO a ex braceros en la demanda del pago de sus indemnizaciones", y al pie de la nota dice "Nazas, Durango, Sábado 13 de Enero de 2007". Debajo de la nota hay una "Entrevista" que dice "Pinochet es una muestra de la hipocresía de la derecha porque asesinó a miles de chilenos, murió sin ser condenado, y todavía le aplauden: AMLO", y al pie de la nota dice "México, DF, Martes 12 de diciembre de 2006" junto al pequeño ícono de una bocina que tiene la leyenda "Audio", lo cual indica que la voz de el otro se puede escuchar claramente haciendo su denuncia sobre la hipocresía de la derecha aplaudiéndole al ultraderechista tirano Augusto Pinochet en ocasión de su tranquilo deceso. Debajo de esta nota, hay otra que se titula "Conferencias" que dice "La derecha no puede rebasar por la izquierda, so pena de que se desbarranque: López Obrador", y esta tiene al pie "México, DF, Lunes 4 de diciembre de 2006".
En el centro de la página, hay algo que sí le causa cierta preocupación al príncipe Felipe. Es un pequeño recuadro con una invitación que dice: "¿Quieres ser representante del gobierno legítimo?". Los guardias del orden le han informado al príncipe que, desde antes de que subieran los precios de los alimentos, ya había muchos súbditos del reino que sin exigir ni esperar un solo centavo a cambio se habían dado de alta como representantes del gobierno del otro, dándole la misma legitimidad que le están negando al príncipe Felipe. Y los aumentos descarados a los alimentos del pueblo seguramente moverán a muchos más a unírsele. Esto puede ser demasiado para el príncipe Felipe porque la legitimidad de un gobernante no la dá una dependencia gubernamental o un Tribunal de Justicia, la dá el mismo pueblo. Aunque el príncipe Felipe quisiera conversar con aquél que lo precedió en el trono, para pedirle su opinión y sus consejos, sus médicos le han informado con tristeza que aquél hombre después de andar muy activo construyéndose a sí mismo museos, estatuas y bibliotecas para ensalzar por los siglos de los siglos lo que considera que fueron sus propios "grandes logros" ahora está desvariando ya seriamente creyéndose en sus delirios de grandeza un sublime Emperador romano o, en su defecto, algo así como otro Napoleón Bonaparte, a lo cual no queda más remedio que darle la razón en su locura y un par de los tranquilizantes antidepresivos Prozac cuyo consumo excesivo tal vez lo llevó a tan lamentable condición.
En la porción inferior de la página, hay una "Galería" con cuatro fotografías que se supone son actualizadas de forma periódica, y cada una de las fotografías tiene fecha, localidad, y contenido de referencia sobre lo que cubre la foto. Las cuatro fotografías de la página parecen ser tomadas de una gira de trabajo que el Presidente Legítimo efectuó por el estado de Durango:
Viernes 12 de enero 2007
"En gira por Durango, el Presidente Legítimo señaló que los pueblos del país se están vaciando y hay familias desintegradas por falta de empleos."
Santiago Papasquiaro, Durango
Viernes 12 de enero 2007
"Actualmente estamos mucho peor que hace 30 años, señaló López Obrador."
Santiago Papasquiaro, Durango
Jueves 11 de enero 2007
"El Presidente Legítimo escuchó la exigencia del pueblo de frenar el alza al precio de la tortilla."
Súchil, Durango
Jueves 11 de enero 2007
"López Obrador invitó a los duranguenses a sumarse al Gobierno Legítimo."
Poanas, Durango
Algo que quizá produce náuseas en el estómago del príncipe Felipe es el hecho de que ésta página del Presidente Legítimo puesta en Internet no le está costando al pueblo en general un solo centavo, se sostiene con las aportaciones hechas voluntariamente por la gente humilde del pueblo, mientras que la página del mismo príncipe sí está costando y está siendo pagada con el dinero que se le recoge al pueblo por la vía de los impuestos. ¿Quién fué el que dijo que todas las comparaciones son odiosas?
Intrigado, el príncipe Felipe busca adentro de la sección de Preguntas para disipar una duda que lo agobia: ¿Cuál es la fuente de ingresos del "Gobierno Legítimo" si no tiene el poder que dá el poder para exaccionar impuestos a la ciudadanía? Y encuentra lo siguiente:
¿Cómo se financiará el Gobierno Legítimo?
Las tareas del Gobierno Legítimo de México se financiarán con donativos de los ciudadanos. Quien desee colaborar económicamente puede depositar una contribución personal de cien a 30 mil pesos a nombre de Honestidad Valiente A.C., en la cuenta número 04038497855 del banco HSBC.
¿Un gobierno sostenido con la aportación voluntaria de sus ciudadanos, sin necesidad de tener que enviar a los voraces recolectores de impuestos para allegarle fondos al gobierno federal? ¡Hasta parece uno de los ideales con los cuales soñaban algunos panistas de antaño!
Hasta aquí es donde puede llegar el príncipe Felipe sin que le queden ganas de comprobar lo que el otro está tratando de hacer por aquellos habitantes que desconocen al príncipe Felipe calificándolo como "espurio". Es mejor continuar disfrutando los manjares, la música y los placeres de esa residencia palaciega llamada "Los Pinos", tratando también de olvidar que el otro había afirmado en alguna ocasión el hecho de que no tenía intención alguna de gobernar desde la mansión de Los Pinos sino que prefería hacerlo desde el corazón mismo de la Ciudad de México, desde su centro histórico, desde el Palacio Nacional. ¡Otra vez esas comparaciones odiosas que tanto molestan al príncipe! Pero no se las puede quitar, ni se las podrá quitar de encima, estando siempre presente "por ahí" la sombra perenne que le está haciendo el otro, como si el otro fuese su conciencia causándole remordimientos sin fin.
Spectator quisiera poder cerrar este cuento propio del reinado de Felipelandia con el tradicional "y todos vivieron felices por siempre" (o, en las palabras del príncipe Felipe, "y todos vivieron mejor por siempre") rematándolo con el consabido "Y colorín colorado, este cuento ha terminado", pero se ve impedido para hacer tal cosa, porque este es un cuento que no sólo no ha terminado, sino que apenas ha comenzado. Y sus protagonistas no son unos cuantos, sino todo un pueblo. Lo que haga cada ciudadano decidirá lo que ocurrirá a mediano, a largo, y a muy largo plazo, decidirá el rumbo que deberá tomar la secuela del cuento, decidirá lo que será de las generaciones futuras. Aunque muchas veces puede ser el esfuerzo de un solo hombre del pueblo lo que puede producir la diferencia, como se supone que ocurrió con el mítico Guillermo Tell cuya lucha en contra de una tiranía fué un factor decisivo para la creación de lo que hoy es Suiza, uno de los países más ricos y prósperos de Europa, un país que a diferencia de Felipelandia y Foxilandia no existe solamente en la imaginación calenturienta de algún político perturbado, sino que es una realidad que cualquier viajero puede constatar el día de hoy.
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